Cáritas Astorga, junto a los afectados por los incendios
Ante el infierno de los brutales incendios en las provincias de León, Zamora y Ourense, Cáritas Diocesana de Astorga acompaña a los desalojados de sus localidades
Ante el infierno de los brutales incendios en las provincias de León, Zamora y Ourense, Cáritas Diocesana de Astorga acompaña a los desalojados de sus localidades
Especialmente activa ha sido la atención durante tres días a 150 personas que fueron realojadas en el Seminario de Astorga, pero nuestra organización se ha hecho presente en todas las zonas en las que ha habido desalojados
“El fuego me llevó todo lo que tenía”. Con este desgarrador testimonio, Felicidad Fernández, de la localidad de Quintana y Congosto, relata cómo su casa fue pasto de las llamas en uno de los brutales incendios que han asolado extensiones inmensas de las provincias de León, Zamora y Ourense, muchas de las cuales coinciden con el territorio de la Diócesis de Astorga, y se caracterizan por ser zonas eminentemente rurales, de gran riqueza natural, con Patrimonios de la Humanidad como Las Médulas, Reservas de la Biosfera o zonas de especial protección medioambiental, y con localidades pequeñas que basan su economía en la producción agrícola.
«Toda la vida trabajando y para qué. Qué desgracia más grande la que me tocó”, lamenta la protagonista de este primer testimonio, quien cuenta que no pudo sacar ni siquiera algo de ropa de su casa antes de abandonarla.
«Yo nunca había visto nada parecido. ¡Qué será de mí! Aunque te den el cielo una quiere estar donde nació”, relata entre lágrimas, mientras recuerda que su casa tenía también un pequeño huerto en el que plantaba lechugas y hortalizas y que le abastecía de lo fundamental para el día a día.
Felicidad es una de entre los cientos de personas que han vivido en primera persona los desalojos de los pueblos acechados por el fuego en este mes negro. Afortunadamente son menos las personas que han visto desaparecer sus casas bajo el fuego, pero a medida que los incendios iban avanzando, azuzados además por unas temperaturas extremadamente altas y por fuertes rachas de viento, se han dado más casos, como la práctica desaparición del pueblo de Lusío (Oencia), en donde 15 viviendas han resultado calcinadas en el fuego que avanzó desde la provincia de Ourense y se internó en esta parte berciana. O los casos en la comarca de Valdeorras, en donde la situación ha sido terrorífica, al avanzar el fuego prácticamente lasta localidades como Rubiá, y quedarse en las inmediaciones de A Rúa y O Barco de Valdeorras, las zonas más pobladas de esta parte de la provincia ourensana.
Estos fuegos desbocados no han entendido de límites humanos como las divisiones administrativas, ni de geográficos, puesto que han pasado de unos valles a otros, e incluso atravesado ríos, como el Sil, entre las provincias de Ourense y León.
Charo, José Antonio, Aurelia, Alfredo, Angelines, algunos de los rostros de los desalojados
Ante toda esta destrucción y desesperación, una luz para la esperanza se vivió en el Seminario de Astorga, en donde entre el 12 y el 15 de agosto se atendió a 150 personas desalojadas de varios pueblos del entorno, como es el caso de Destriana, Quintana de Congosto, Robledo o Palacios de la Valduerna, entre otros.
150 personas se alojaron en estas instalaciones, pero para las comidas llegaban también desalojados que se habían reubicado en otras instalaciones como residencias o la Casita de San José, centro de corta estancia para personas sin hogar, perteneciente a Cáritas.
Charo Martín es natural de Destriana, aunque vive actualmente en Móstoles, en donde trabaja como profesora de Religión. Señala: “Estamos encantados porque nos han tratado como en un hotel. Todo el mundo tendría que hacerse socio de Cáritas y ayudar al que lo necesite. Un aplauso grandísimo para ellos, así como para los curas y monjas que han estado por aquí”.
Justo el día anterior al desalojo acababa de llegar al pueblo para pasar unos días de vacaciones “y de repente una vecina nos dijo que iban a evacuar el pueblo. Llegaron unos policías en moto y avisaron para que nos fuéramos todos”.
Aunque desde la localidad no veían las llamas, el pueblo estaba envuelto en humo y el ambiente era irrespirable, y por esa razón desalojaron esta localidad y muchas otras.
Reconoce que vivir esta experiencia le ha generado “incertidumbre”. En el Seminario la primera noche “no pudimos dormir del disgusto, pero después, como nos han tratado tan bien y nos hemos podido comunicar unos con otros, lo hemos sobrellevado”.
De la misma opinión es José Antonio Peña, que también es de Destriana aunque actualmente vive en Vizcaya. “El trato ha sido maravilloso”, remarca.
Peña dice que al recibir el aviso del desalojo regó alrededor de su casa para refrescar en lo posible esa zona y cargaron el coche al abandonar el pueblo con todo lo que pudieron. No deja de darle vueltas a lo ocurrido: “A mí estos incendios me mosquean un montón, porque que aparezcan focos constantemente y que después se unan todos…”.
Se emociona al relatar que “esto es como la lotería, al que le toca, le toca. Hay gente que lo está pasando muy mal. Es duro”.
Pero duda sobre si esto servirá para cambiar conciencias: “Quizás las de algunos, pero las de otros no. Hay que cambiar las leyes y uno es que se pone drástico, porque así no se puede vivir. La mayoría somos civilizados, por qué no lo pueden ser ellos también”, enfatiza.
Aurelia Martínez es natural de Robledo de la Valduerna aunque vive en Vizcaya. Todos los veranos regresa al pueblo y en este agosto la situación ha sido totalmente inesperada.
Aurelia cuenta cómo se enteró de que los iban a desalojar. “Habíamos ido a La Bañeza a comprar y cuando salimos de la tienda ya no veíamos nada por el humo. Subimos a Robledo y ya no pudimos ir por Palacios, fuimos por Valderrey a Castrotierra y de allí a Robledo. Veíamos el humo en Valtabuyo, y mi hijo dijo que cuando llegásemos al pueblo cogiésemos algo y nos marchásemos para Astorga. Aquí compramos algo de comida y bebida pensando sobre todo en mi nieto de 5 años, pero con la idea de que al día siguiente podríamos regresar al pueblo. Así que ya vinimos directamente para el Seminario de Astorga y aquí ya nos encontramos con más gente del pueblo”. Asegura que han estado encantados con la atención recibida en el Seminario, pero que es una situación que uno no se puede llegar a imaginar “por mucho que hemos visto por la tele lo ocurrido con la dana, nunca habíamos vivido nada parecido”.
Aurelia cree que es el momento de que florezca la solidaridad, y que habría que “hacer una colecta para los labradores del pueblo, porque han gastado gasoil, han hecho cortafuegos y han estado echando agua constantemente para librar al pueblo”. Aunque no sabe si esta propuesta tendrá acogida, ya que “hemos visto tanto con la dana como con el coronavirus que se decía que íbamos a salir mejores y no, pero cada uno es como es o como nace”.
Alfredo Carnero es un joven que desciende de Destriana, de donde es originaria su familia, y vive habitualmente en Barcelona. Estaba veraneando en la casa familiar cuando recibieron el aviso de desalojo. “Nosotros no sabemos ayudar y antes que molestar preferimos salimos de allí”, señala.
Manifiesta su agradecimiento por el trato recibido en el Seminario: “Creemos que no hay nada perdido con la juventud, porque hemos visto a los voluntarios de 10, todo muy organizado y ha colaborado todo el mundo”.
En su caso llegaba además con su hijo de 11 años, que nos asegura que fue muy bien atendido por personal de la ludoteca y hasta con un espectáculo de magia. También los niños han podido jugar al futbol o hacer otras actividades al aire libre en el entorno del Seminario.
Lo peor de estos días Alfredo lo traduce en “impotencia y pensar en qué pasará cuando regresemos”. Recalca que esto “son cosas que hemos visto desde el sofá en la tele y que les pasa a otros, pero cuando te toca vivirlo te pone los pelos de punta”.
Por eso pide a las administraciones “que se pongan las pilas y creen algún tipo de plan para reforestar, y que sean parte de la limpieza de los montes. Nosotros hacemos trekking y hemos visto pinares llenos de maleza y llegas a pensar que lo que ha pasado es normal viendo el estado de todo eso. A ver si aprendemos todos de esto y no vuelve a pasar”.
Angelines Cuadrado es natural de Posada de la Valduerna y allí vive todo el año. Todo el pueblo salió a una “cuando el fuego llegó al monte, para hacer zanjas y cortar maleza día y noche durante dos días hasta que llegaron los bomberos. Otras personas les llevaban comida y bebida”.
Debido al humo en el pueblo fueron desalojados directamente al Seminario de Astorga, “en donde no se puede explicar lo bien que está todo, cómo nos tratan, cómo nos dan de comer y cómo está todo organizado”.
Reconoce que en un primer momento no querían abandonar su pueblo, “pero fuimos entendiendo que tendríamos que salir más tarde o más temprano, y sería peor cuanto más tarde, así que al final te decides y preparas una bolsa con lo que puedes. Pero al llegar al Seminario ves tanta ayuda y tanta alegría y tan buen trato… Esto no se olvida”, asegura.
Visita del delegado de la Junta en León y del alcalde de Astorga
El delegado de la Junta en León, Eduardo Diego, y el alcalde de Astorga, José Luis Nieto, visitaron junto con responsables de Medio Ambiente el Seminario de Astorga cuando alojaba a los 150 desalojados de sus localidades.
Allí mantuvieron un encuentro con estas personas, en el que les informaron de la situación de sus pueblos y escucharon a los vecinos, que les expresaron sus quejas y visión de estos incendios que han terminado con la vida de varias personas y con hectáreas de naturaleza y varias viviendas.
La perfecta coordinación en el Seminario
El rector del Seminario, Luis Fernández Olivares, explica que las autoridades preguntaron por espacios de los que se podía disponer para alojar a personas de los pueblos mencionados y no dudó en ofrecer estas instalaciones. “En diez minutos cambió todo y nos dijeron que desalojaban ya los pueblos, y lo que iba a ser el último recurso se convirtió en el campamento base”, explica.
Enseguida se puso en contacto con los jóvenes de la Pastoral juvenil, Cáritas y Cruz Roja. También hubo apoyo psicológico con especialistas para quien lo necesitó. Y libremente más personas se acercaron a ayudar. “Llegó un momento en el que éramos tantos que pedimos los contactos para ir llamando a las personas para cuando las fuésemos necesitando, porque incluso no teníamos tareas para asignar a todo el mundo”, comenta.
El primer día recibieron casi a 400 personas, a los que se hizo una primera acogida con una merienda también. Para dormir se ha atendido a 150 personas, otras se alojaron en residencias de Astorga, en el albergue de los Franciscanos o en la Casita de San José, dependiendo de la situación de cada uno.
“La gente viene con la tensión propia de esta situación, pero muy agradecida, aunque no hay nada que agradecer, porque creo que si nos hubiera tocado a los demás ellos habrían hecho lo mismo. Estamos para eso”, manifiesta. Y destaca la buena coordinación que ha habido entre Ayuntamiento, Policía Nacional y Local, Cáritas, Cruz Roja y el Seminario. “Hemos hecho una nueva familia, porque estas cosas unen. La sensación en el fondo es buena y de decir Siervo inútil soy, he hecho lo que tenía que hacer. He estado donde tenía que estar, en el momento en el que tenía que ser y, si se me permite, donde estaría el Señor en este momento, algo que me parece fundamental porque somos la Iglesia”, subraya.
Luis destaca el hecho de que en estos días lo que ha primado es que no ha habido distinciones. “Todos somos personas y hermanos, y adelante a ayudarnos unos a otros. Cuando las situaciones requieren un plus también la Iglesia tiene que estar ahí con ese plus”, recalca.
No han faltado donaciones de alimentos de numerosos comercios de Astorga, frescos y envasados, de todo tipo, que han sido cocinados por el personal del Seminario, y con todo lo necesario para su correcta organización y reparto a los alojados en el Seminario, por parte de Cáritas, con apoyo de Pastoral juvenil y Cruz Roja.
Lo primero siempre ha sido atender a los alojados y hacerles sentir en un ambiente agradable, escuchándoles y acompañándoles. Cáritas ha desplegado en el Seminario a trabajadores, voluntarios y directivos, que han colaborado sin descanso para ofrecer un entorno amigable a todas las personas que llegaban de vivir una situación desesperada en la que varios han perdido sus casas y todos han perdido algo; sus recuerdos, su entorno natural, su vida tal y como la conocían hasta hace unas semanas.
Luis recuerda que cuando fue párroco en la zona gallega de la Diócesis de Astorga vivió momentos complicados con los grandes incendios en Valdeorras y Viana, “pero una cosa tan a lo bestia como esta, no”.
Cáritas, desplegada en todo el territorio diocesano
Además de en la organización con los desalojados en el Seminario de Astorga, Cáritas ha estado también apoyando a los desalojados en La Bañeza, en donde nuestra organización se encargó de recoger toallas donadas por un comercio local para distribuir entre las personas alojadas en los pabellones deportivos de la localidad, así como para acompañar a estas personas.
Asimismo, Cáritas se ha puesto a disposición de las autoridades y organización de los desalojados en Villafranca del Bierzo, Molinaseca, Fabero y Cubillos del Sil, a donde llegaban personas procedentes de pueblos desalojados en sus entornos.
El infierno de los fuegos aún no ha finalizado. Hay focos que siguen acechando a los vecinos y pueblos. Pero sí ha quedado constancia de que Cáritas está dónde y cuándo se la necesita.
Cuando terminen estos fatídicos episodios será también el momento para analizar las necesidades que surjan a medio y corto plazo en todas las zonas afectadas. Y ahí, sin duda, Cáritas estará presente.
Testimonios para destacar:
Felicidad Fernández: “Yo nunca había visto nada parecido. ¡Qué será de mí! Aunque te den el cielo una quiere estar donde nació”
Charo Martín: “Todo el mundo tendría que hacerse socio de Cáritas y ayudar al que lo necesite”
Alfredo Carnero: “Creemos que no hay nada perdido con la juventud, porque hemos visto a los voluntarios de 10, todo muy organizado y ha colaborado todo el mundo”.
Angelines Cuadrado: “Al llegar al Seminario ves tanta ayuda y tanta alegría y tan buen trato… Esto no se olvida”
Luis Fernández Olivares: “Siervo inútil soy, he hecho lo que tenía que hacer. Hemos estado donde teníamos que estar, en el momento en el que tenía que ser y, si se me permite, donde estaría el Señor en este momento”